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El humedal de la laguna La Cruz, ubicado en Bahía de Kino, es el sitio ecológico más grande del municipio de Hermosillo con 27 kilómetros de litoral, también es el más importante porque es el hábitat de especies de aves amenazadas o en riesgo; es en este ecosistema donde se aplicarán 150,000 pesos, provenientes del gobierno del estado, para conservación y protección de bosques de manglares.
El recurso se logró gracias a las asesorías del docente del Departamento de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de la Universidad de Sonora (Dictus), Ramón Héctor Barraza Guardado e integrantes del Programa Institucional de Sustentabilidad, quienes realizaron una amplia planeación, diseño y llenado de solicitud para el grupo ambientalista Mi bolsa no es de plástico, que resultó favorecido por el apoyo económico para conservación y protección de bosques de manglares.
El proyecto fue titulado Acciones Comunitarias de Conservación y Protección de un Bosque de Manglar con Impacto Antrópico, en un Sitio Ramsar, y participó en la convocatoria de Fondos para apoyar proyectos ciudadanos sonorenses de protección al medioambiente, lanzada por el gobierno del estado de Sonora, a través de la Comisión de Ecología y Desarrollo Sustentable (Cedes), con el objetivo de apoyar a la implementación de proyectos y acciones de mitigación y adaptación al cambio climático, la conservación ambiental y el desarrollo sustentable en el estado.
En entrevista, Barraza Guardado, profesor e investigador titular, y miembro permanente de la Academia de Desarrollo Sustentable del Dictus, dijo que se decidió asesorar a este grupo ambientalista ya que cuenta con un amplio trabajo comunitario y actividades relacionadas con la conservación del medioambiente, incluyendo saneamientos de playas y humedales del municipio de Hermosillo.
En cuanto a la justificación del proyecto, mencionó que el municipio de Hermosillo cuenta en Bahía de Kino con un área de importancia internacional: el sitio Ramsar Humedales de la Laguna La Cruz, designado así porque cumplió con la mayoría de los atributos ecológicos requeridos para lograr dicha designación.
Aseguró que debido al crecimiento urbano, actividades productivas, turismo, explotación de recursos marinos y modificación de su geomorfología, el humedal se mantiene con mucha presión, existiendo zonas con mayor impacto, y la razón es que la parte norponiente del humedal objeto del presente proyecto, barra de arena y periferia sur del pueblo de Bahía de Kino, es la zona con mayor actividad humana, y a su vez es la zona de supervivencia y hábitat principal de los bosques de manglar negro y rojo, los cuales están en riesgo, así como los servicios ambientales que se otorgan.
El tráfico vehicular, la contaminación por basura, áreas desmontadas, apertura de caminos peatonales y vecinales con el uso de cuatrimotos provocan perturbación, deterioro, destrucción y enterramiento. Estos manglares deben ser conservados porque ante el panorama ambiental actual, nos proporcionan un servicio ecosistémico muy valioso, ya que contribuyen a mitigar los efectos del cambio climático por su alta capacidad de asimilar y almacenar dióxido de carbono, mayor que los bosques terrestres, apuntó.
“El poblado de Bahía de Kino tiene aproximadamente 5,000 habitantes, y aunque existen jornadas de limpieza en el corredor natural varias veces al año, el problema persiste, y en lugar de que disminuya, cada año va aumentando: en el año pasado, en la misma jornada, más de 100 participantes levantaron dos toneladas de desperdicios, y ahora, aun con la pandemia, 60 personas sacaron tres toneladas, que incluyen plásticos de un solo uso, bolsas que utilizan los pescadores para pescar jaiba, cuerdas, trampas… es variado y todo es basura generada por la gente”, explicó.
El docente universitario indicó que la cobertura total existente de bosque de manglar en esta zona es de 43 hectáreas que se plantean sanear y proteger las dos especies se encuentran dentro de la NOM-Semarnat-059, y en él habitan especies de aves amenazadas o en riesgo.
Especificó que este proyecto implementará acciones de conservación en esta zona de cinco kilómetros de longitud, en aquellos sitios con marisma y mangle, mediante actividades de saneamiento en 56 hectáreas de marisma y terreno colindante con el manglar, protección con cerco de 1,258 metros, estabilización puntual de 50 metros de terreno y la instalación de 25 señaléticas informativas y restrictivas.
Los resultados esperados, reveló, son descontaminar y proteger el sitio para asegurar el crecimiento y supervivencia del manglar y marisma, y detener el enterramiento del bosque único de mangle rojo. Estas acciones aumentarán la capacidad de resiliencia del bosque y estará mejor adaptado para enfrentar el cambio climático y proveernos servicios ecosistémicos.
Asimismo, abundó que los trabajos serán realizados por personas de la comunidad que vive en el humedal, quienes saldrán beneficiadas con empleo temporal y se les reforzará el sentido de apego y pertenencia, aspecto que contribuye también a la vigilancia y conservación del sitio.
“El proyecto —destacó— contribuye a la reforestación urbana y áreas naturales protegidas, e incide directamente en los temas de Corredores verdes en los límites urbanos, Preservación de áreas naturales protegidas y Conservación de especies”. Además, contribuirá a educar ambientalmente a la ciudadanía, ya que la implementación de las acciones será en conjunto con otros grupos ambientalistas e instituciones gubernamentales federales, estatales y municipales, agregó el investigador del Dictus.